Siempre alerta. Era la vecina que más sabía de todos. Se la veía paseando, o simplemente en el portal. Cuando alguien pasaba se quedaba mirando, pensando, con los ojos fijos. Nadie le aguantaba la mirada. Una mirada intensa que penetraba.
No se conocía su verdadera ocupación. Es más, se diría que era chafardera profesional, cotilla a tiempo completo. Siempre en la calle, siempre escrutando a los vecinos. Su tarea le había hecho acreedora de su mote: La Chismosa.
Si algún vecino quería saber algo de alguien, se dirigía a ella. Y la Chismosa se deleitaba contestando y adornando la respuesta con soltura. A veces con malicia, otras con simple desparpajo, pero siempre disfrutando de su saber.
Hoy, la echamos de menos. ¿Quién lo iba a decir? Tanta curiosidad por los demás, y… Se marchó del barrio, y lo hizo cuando le dijeron lo que todo el mundo sabía y sólo ella desconocía. Tanto cotillear para luego tener que tragarse su propia medicina.
Su marido la engañaba con más de una vecina. Fue la única que no se enteró. Ella, la Chismosa. Fue tan grande el shock que se marchó sin despedirse. No pudo resistir el golpe. Su prestigio había quedado por los suelos. Seguramente, ocupada por descubrir los secretos de los demás, se olvidó de mirar lo más cercano.
Otras curiosidades en casa de Teresa
Tanto, tanto querer saber de todos y no se enteraba de lo que se cocía en su casa, eso también pasa mucho.
ResponderEliminarGracias por participar en este curioso jueves.
Un beso.
Los árboles no la dejaban ver su bosque.
EliminarUn beso
Suele pasar, la o él que mete el hocico en la casa ajena se olvida de barrer su patio.
ResponderEliminarSuelen ser la prensa oficial del barrio y a veces vale la pena tener a estos elementos fisgones de nuestro lado. Así me enteré yo de quién le dio un golpe a mi coche por la noche...
Un abrazo y un café.
Sí, estos colaboracionistas pueden ser muy útiles.
EliminarUn beso
Muy bien planteado el relato, y muy bueno el final. Hay personas así, desde luego que las hay; pero ésta quedó escarmentada para los restos.
ResponderEliminarUn abrazo
Cotillear es lo que tiene, puede centrarte en los demás y olvidar lo propio.
EliminarUn beso
En principio supuse que era la más docta del barrio y a la que todos consultaban...luego, me di cuenta de mi error.
ResponderEliminarNo dejaba de ser la chismosa engañada.
EliminarBicos
Una buena profesional del chisme debería haberse quedado y comentar el suceso de forma totalmente impersonal. Si es que los buenos profesionales escasean... Buen trabajo
ResponderEliminarNo era una buena profesional, era una aficionada avanzada.
EliminarUn abrazo
Como bien dices, la chusma tomó de su propia medicina. Claro se largo porque se sintió como en antaño, con la letra escarlata al cuello, aunque esta seguramente la llevaba mas arriba. Lo cierto que de ellas hay muchísimas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, la causa no fue la traición o sentirse engañada, la causa fue sentir que se le había escapado lo que pasaba en su propia casa.
EliminarUn beso
Aaaah! Sus narices no iban más allá de lo que le interesaba a otros (por ser de otros) que a sí misma (por ser asunto propio). Se suele decir que los interesados son los últimos en enterarse, y su olfato se ve que andaba demasiado revoloteado con los olores ajenos. Muy buen relato Rafa, como siempre, con ese toque personal que lo hace muy ameno.
ResponderEliminarBesos:
Gaby*
Efectivamente, ella tenía por obligación saber qué ocurría en otras casas. La suya no era materia de estudio.
EliminarUn beso
jajajaj...seguro que más le dolió ver por los suelos su prestigio que los cuernos que le metiera su marido!...digo, por la forma que se dedicaba con ahínco a seguir la vida y obra de los demás!
ResponderEliminarUn abrazo.
p.d
segunda vez en la ronda juevera que veo la palabra "chafardera"...no la conocía.
Así es, lo que hizo que se fuera fue que se sintió desprestigiada.
EliminarLa palabra chafardera, viene del catalán: xafardera.
Un beso
Esta buena señora era de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el suyo. Probó de su propia medicina. Tuvo que dolerle mucho la sorpresiva noticia de la cual no tenía ni la más ligera idea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le dolió sobre todo en su orgullo de chismosa. Lo del marido no era lo más importante. Lo grave fue que su orgullo de cotilla quedó por los suelos.
EliminarUn abrazo
Cada cual debe vigilar su hacienda. Esta cotilla todo el día chafardeando dejaba libre al marido que tenía tiempo para ir de flor en flor, y cuánto se reiría con sus amantes de lo ajena que estaba su mujer. Muchas veces habría con el cuento de los engaños de las demás, ahora lo sufre en carne propia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es. Paga con su propio dinero y lo sufre en su propia carne.
EliminarUn beso
Tanto proyectó su curiosidad en los demás, que se olvidó de ocuparse de los suyos. Me imagino el episodio por el cual ella mismo se enteró del chisme que protagonizaba, me la imagino largando más veneno del habitual sobre a otra vecina que de rabia le lanzó la novedad. Muy buen aporte
ResponderEliminarTuvo que ser una escena especial cuando se lo contaron. Supongo que al principio no se lo creería y luego moriría de vergüenza al verse herida con su propia espada.
EliminarUn abrazo
Es lo oque suele ocurrir, tanto mirar lo que ocurre fuera, que se olvida lo que hay dentro de casa. Tomó un poquito de su propia medicina.
ResponderEliminarRafa un abrazo.
Sí, es verdad, en este caso los árboles (lo que pasaba a sus vecinos) no le han dejado ver el bosque (su propia casa)
EliminarUn beso
Y es verdad que a veces por querer estar en todos lados nos olvidamos de nuestro propio espacio. Que triste final es de la vecina, ojalá aprenda para la próxima vez a mirar más hacia dentro suyo que a los demás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ocurre en muchas ocasiones. Olvidamos lo cercano por parecer que lo tenemos controlado, y si embargo...
EliminarUn beso
Una buena solución al desenlace de esta historia, solo que quizá la protagonista sufrió más que el dolor/incomodidad que ella causó??, no sé es solo una pregunta tonta.
ResponderEliminarUn saludo
Llevas razón, lo que sufrió la señora no fue un ataque de ira por lo que hacia su marido, sino porque su prestigio de cotilla mayor del reino quedó arruinado.
EliminarUn beso
El cazador cazado. Tanta calle que no vio dentro. Un abrazo
ResponderEliminarExactamente, cazada. Y bien cazada, la extirparon su orgullo de chismosa.
EliminarUn abrazo
ocupada por descubrir los secretos de los demás, se olvidó de mirar lo más cercano. así tal cual lo escribes y lo leo, realmente es muy cierto...
ResponderEliminarSuele ocurrir, nos ocupamos de lo lejano y eso no nos deja ver lo cercano.
EliminarUn beso
Sí, además ella pensaba que su casa estaba controlado y se dedicaba a las otras casas.
ResponderEliminarUn beso
¡No puedo creer que a la chismosa se le pasó el dato!!¿cómo es posible?, seguramente estaba muy confiada!
ResponderEliminarBuen relato Rafa, divertido!!
Te mando un abrazo
Se preocupó de lo ajeno y olvidó lo propio.
EliminarUn beso