Había salido de un periodo difícil, estaba rehaciendo su vida. Después de mucho tiempo decidió cambiar, ser más sociable, y aceptó una invitación para ese martes de Carnaval. Nunca le habían gustado las fiestas, siempre prefirió la soledad. Recordaba los reproches de su exmujer: ‘Armando eres asocial, no te relacionas con nadie’.
Tenía que cambiar y decidió intentarlo. Solo y sin compromiso, todavía joven, quería pasar página y convertirse en un ser más extrovertido. Estaba decidido a que esa fiesta fuera el comienzo de una nueva vida.
Decidió travestirse, con un traje de noche blanco, de gasas, maquillado y con una peluca rubia. Salió tambaleándose, nunca pensó que fuera tan difícil mantener el equilibrio con esos zapatos de tacón. Consiguió llegar al portal donde le esperaba un taxi.
Cuando entró en la fiesta causó sensación. Gente conocida le felicitó. Era un disfraz perfecto. Parecía una mujer. Y él, sin saber por qué, se encontró a gusto. Estaba locuaz, simpático, liderando la conversación de un grupito que había reunido, y que le seguía gratamente. ¿Qué le pasaba?, ni él mismo se reconocía. Era otra persona, hablaba sin parar, escuchaba a los demás, tenía la palabra justa y un humor impropio de su persona. Sus contertulios estaban encantados, reían sus gracias y seguían su conversación muy interesados. Algo había cambiado radicalmente.
Fue entonces, estaba disfrutando de ese misterioso cambio tan favorable, cuando se acercó una mujer al grupo: ‘Armando, querido, desde cuando te pones mis zapatos. No sabía que tuvieras esas inclinaciones. Nunca pensé que llegaras a esos extremos.’
‘Es Laura, mi ex’, explicó, balbuceando.
Más historias de otros zapatos, en casa de Gastón
Pues menos mal que ya era EX-, si llega a ser todavía IN- se muere del susto. O no...
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa.
Hubiera sido un buen golpe, sí. Un beso
EliminarTranquilo Armando, ni caso, por algo es la ex.
ResponderEliminarVete a saber si no habrá nacido una nueva Armanda, mejor Amanda, queda mejor el nombre.
Los cambios cuando son totales nos dejan irreconocibles a nosotros mismos, pero si reflexionamos un poco, en el fondo y con la mano en el corazón, nos reconocemos.
Besitos.
Seguro que aparecerá una nueva mujer pero ha de llevar siempre esos zapatos, si quiere complacerla.
EliminarUn beso
Me gustaría que Laura fuese también capaz de ponerse los zapatos de Armando: con un poco de cambio en cada uno seguro que no haría "ex"...o sí.
ResponderEliminarSí, seguro que así la cosa hubiera funcionado.
EliminarBicos
Armando no era tan asocial, simplemente no había encontrado su sitio, estoy de acuerdo con Natàlia, más bonito Amanda y todos felices.
ResponderEliminarUn beso.
Llevas razón, pero lo encontró cuando se puso en los zapatos de ella.
EliminarUn beso
Tal vez fue el empujón que le hacía falta para ver más alla. Bien por la decisión de subir en zapato ageno.
ResponderEliminarBesos.
Seguro, fue el empujón que necesitaba. Subir a un zapato de diez centímetros no es tan fácil, pero aquí ha tenido premio.
EliminarUn beso
Simplemente necesitaba un cambio para sentirse seguro y dueño de la situación. Suele pasarnos a los que somos un poco tímidos y tememos hacer el ridículo en el momento menos pensado; sólo un pequeño disfraz es suficiente para sentir seguridad.
ResponderEliminarSobre Laura... no creo que él perdiera mucho.
Precioso como siempre.
Bicos
Es verdad, los tímidos nos escondemos y a menudo necesitamos un disfraz para salir a flote.
EliminarBicos
Armando... un nuevo Armando! (vaya jueguito de palabras me salió). Al parecer esos zapatos, le sirvieron para encontrar un "yo" más dado, más liberal, más sociable.
ResponderEliminarUno nunca sabe lo que puede acaecer con algunos cambios, que digan luego, que no siempre los cambios vienen buenos, tu historia nos muestra que son capaces de mostrar facetas desconocidas de nuestro ser.
Beso al vuelo:
Gaby*
La verdad es que Armando se armó de valor y armó su nueva personalidad.
EliminarUn beso
Vaya, seguro que entonces la comprendió un poco más, captó su personalidad con su nuevo atuendo. Lástima que ella no lo supo ver, seguro que no merecía la pena.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, los zapatos le cambiaron y ella sólo supo ser cruel e irónica.
EliminarUn beso
jajajaja embarazosa manera de reencontrarse con su ex!...el disfraz le habrá servido ara "soltarse" y descubrirse social y afable...pero, a qué precio! jejeeje
ResponderEliminarUn abrazo
CAsi todo en la vida se paga. A este creo que le valió la pena. Un beso
EliminarDurante toda su vida, el bueno de Armando estuvo en el zapato equivocado. No es que fuera asocial, que no lo era, simplemente vivía sin saberlo (no sé si tampoco lo intuía), en un rol que no era el suyo. Tuvieron que ser los zapatos de su ex- los que lo condujeran a su nueva vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, sin ponerse en esos zapatos no hubiera habido cambio.
EliminarUn abrazo
Veo que hemos coincidido en el contenido del relato, el cambio de identidad, es el mas puro cambio de zapatos. Al final no era tan original como pensaba...jajaja Me gustó mucho querido amigo.
ResponderEliminarBesos
Así es hemos coincidido en el cambio de identidad. Y es que unos zapatos de tacón de 10 cm deben permitir ver el mundo con más perspectiva.
EliminarUn beso
Es un tema espinoso, como dices, pero va poco a poco entrando en la sociedad, aunque todavía cueste.
ResponderEliminarUn beso
Divertida situación para enfrentarse a un drama íntimo, lástima que se tenga que resolver desde el disfraz.
ResponderEliminarAl final a Armando nuevo, vida nueva y quien sabe si no "ex" nueva.
Saludos
Como bien dices sería divertida si no encerrara un drama. Y Armando se armó una nueva personalidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja me encantó ese final, que momento tenso ese de encontrarse con un ex y que nos vean en actitudes sospechosas.
ResponderEliminarMe encanta que el protagonista se haya sentido cómodo en los zapatos de una mujer, buen relato, me divertí.
Un abrazo!!!
Sí, encontró su nueva personalidad. Me alegro de que te haya divertido.
EliminarUn beso
jajaja... era la ex... pobrecita no entendía nada... me encantó el relato, hacerse de esa fiesta, ser el centro al fin y disfrutar en aquella posición. Un buen relato! un abrazo!
ResponderEliminarYa ves que los zapatos le cambiaron la personalidad.
EliminarUn abrazo
Descubrió un fetiche o simplemente le sirvió el disfraz para ser más sociable? En fin, que justo encontrarse a su ex, es para el infarto. muy entretenido aporte.
ResponderEliminarSe puso sus zapatos y se convirtió. Y sí, lo de su encuentro con Laura es de infarto.
EliminarUn abrazo
Y si Armando se sintió pleno, cómodo y feliz, supongo que toca agradecerle a Laura que se haya olvidado sus zapatos, y si ahora los quiere de vuelta, pues.. nada, que se compre otros!
ResponderEliminarDivertido y aleccionador relato Rafael!
Abrazo
Con lo bien que se lo estaba pasando Armando y tuvo que llegar la ex a fastidiarle el invento. Subirse en aquellos zapatos fue el empujoncito que le faltaba para darse cuenta de que necesitaba un cambio en su vida, ¡aunque menudo cambio! Has sabido conjugar un tema serio con una divertida manera de contarlo. Me quedao con la intriga de saber qué pasó al final con Armando. Un beso.
ResponderEliminarCreo que no se puso en los zapatos de nadie, sino que por fin se puso sus propios zapatos, los que realmente quería calzar aunque le costo fracasar en sus relaciones para darse cuenta. ¿o ya lo sabia?
ResponderEliminarun abrazo
Pobre Armando, vaya forma de chafarle la fiesta, con lo que disfrutaba. Ahora que el momento es bárbaro, vestido de mujer y que aparezca la ex ... tremendo.
ResponderEliminarUn abrazo Rafa.